Ah, la relación México-Estados Unidos, una telenovela de nunca acabar, donde el villano favorito, Donald Trump, sigue con su guión de terror económico. Ni corto ni perezoso, el exmandatario amenaza con aranceles del 30% a las exportaciones mexicanas a partir del 1 de agosto de 2025, justificando su capricho con el argumento de que México no ha hecho lo suficiente contra los cárteles y el fentanilo. ¡Qué novedad! Como si la soberanía de una nación se midiera en incautaciones de pastillitas o en la disposición a ser el patio trasero de contención migratoria de la superpotencia.
Es una decisión sensata de Sheinbaum mantener la cabeza fría, porque no queda de otra, no sea que el narcisista agresivo se nos ponga más creativo con sus castigos. Pero claro, mientras Marcelo Ebrard y Juan Ramón de la Fuente mandan delegaciones a Washington para negociar, la oposición, con Alito Moreno y Jorge Romero a la cabeza, ya canta el réquiem por el gobierno cobarde, permisivo y coludido de Morena. Porque si la política exterior mexicana no es un hazmerreír, la oposición se encarga de que lo sea, aplaudiendo al embajador Ronald Johnson mientras este nos regaña por coquetear con los BRICS o con China.
Al final, todo se reduce a una pregunta: ¿cuántas rodillas tendrá que raspar México para que Trump decida, por obra y gracia de su ego, si nuestras mercancías merecen cruzar la frontera sin el 30% adicional?. La dignidad, aparentemente, no cotiza en la balanza comercial de la América Primero.
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