¡Alabado sea el sentido de la oportunidad! Después de años de ver cómo la extorsión crecía como la espuma, cual hongo bajo la lluvia, nuestra Presidenta ha descubierto que es el único delito donde no hemos podido lograr una disminución. ¡Qué revelación! Ahora, con una flamante Estrategia Nacional contra la Extorsión, se nos promete que este flagelo será perseguido de oficio. ¡Adiós, valiente víctima, que te librabas de la carga de denunciar para protegerte de tus agresores!. Ahora el Estado, cual superhéroe tardío, asume la carga.
Esta nueva estrategia, encabezada por el siempre eficiente Omar García Harfuch, tiene cinco ejes: desde detenciones mediante investigación e inteligencia (¡quién lo hubiera pensado!) hasta campañas de prevención nacional (¡la gente no sabe que extorsionar es malo, pobrecitos!). Y la joya de la corona: operativos sorpresa en centros penitenciarios para confiscar teléfonos. ¡Como si no supiéramos que el 089 es el call center de la extorsión, operado desde las cárceles con complacencia o franca complicidad de custodios!.
La incidencia, que aumentó un 57.62% entre 2018 y enero de 2025, ahora será unificada por una ley general. Es decir, si te extorsionan en Oaxaca te saldrá baratísimo, pero en Chihuahua, ¡agárrate!. Un plan integral, comprensivo que llega justo a tiempo para que la delincuencia organizada sepa que, si quieren seguir operando, es mejor que inviertan en un buen abogado... y quizás un buen detector de QR. Porque, por fin, el gobierno va a enfrentar este delito que tanto lastima a la ciudadanía.
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